Animal del reino
mágico. Se le conoce también con el nombre de “El Marrón”, “El Viejo”, “El
devorador de miel”, “El señor de la casa”. El oso es el símbolo de la gran
Diosa, el animal de la Diosa Madre.
El oso encarna al
abuelo/abuela. El poder del oso es invocado a menudo en los rituales mágicos
como protección contra los intrusos. Los ojos vigilan las entradas de las
cuevas de brujas y de los reinos de la magia y el Inframundo.
Conocen,
custodian y protegen el reino de la Madre
Tierra. Para otras culturas, el oso posee significados
diferentes. Para los indios Blackfoot (Pies Negros) puede ser un demonio que
les asola bajo el aspecto de un oso; para el pueblo Navajo, el oso custodia la
casa de la Mujer Sol.
En muchas
culturas se le considera “el Salvaje Sagrado”, “El guardián de la sabiduría de la Tierra ”, “Compadre oso”,
hermanos de los Hombres.
A los hombres les
gusta ser transformados en oso por hechiceros. El hechizo se realiza por lo
general, ha de estar dispuesto para realizar las pruebas de fuerza: el héroe
debe cabalgar a un oso, capturar a cinco osos y domesticar a un oso…
A través de este
animal, actúan personas hechizadas, brujas, magos, espíritus del bosque,
demonios de la vegetación, tormentas, lluvia, demonios del tiempo. Al oso se le
atribuye el poder de predecir el tiempo:
“Cuando para la Candelaria el oso ve su
sombra, se arrastra de nuevo hasta su guarida durante seis semanas o se
introduce aún más profundamente en su cueva y se pone en el otro lado”.
Así reza un
almanaque campesino. El oso es el mensajero de la primavera y del invierno.
Posee también poderes adivinatorios: si un oso gruñe es que ve próxima la
muerte.
Si alguien se
encuentra o ve a un oso erguido, anuncia buena suerte y fertilidad. Ver
cachorros de osos jugando significa fidelidad y armonía; los rastros de osos
auguran buena suerte.