Los cristales del
ágata forman comúnmente a cuerpos con vetas o capas y una estructura
microfibrosa. Pueden ser de color blanco, marrón, rojo, amarillo y verde,
muchas veces una sola piedra contiene múltiples colores a rayas o manchas.
Como son suaves y
fáciles de tallar, las ágatas pueden utilizarse para amuletos, sellos, joyas y
recipientes. De forma mágica el ágata mejora la memoria, la vitalidad y el
sentido del oído.
Otorga coraje y
confianza en uno mismo, ayudando así a superar los comportamientos adictivos.
Las distintas ágatas tienen sus propias cualidades: el ágata rayada equilibra
las energías del cuerpo y calma el estrés, el ágata musgosa es el talismán de
los jardineros, el ágata roja protege de las picaduras de arañas e insectos,
además ayuda en el amor y el ágata amarilla estimula la creatividad y la
inspiración.
Los antiguos
creían que los collares de ojos protegían del mal y atraían la buena suerte.
Incluso hoy en día es posible encontrar collares de ojos de ágata. Estos
talismanes protectores hacen “invisible” al que lo lleva ante los peligros o
las energías maliciosas, especialmente “el mal de ojo”. Fortalece
emocionalmente y ayuda a nuestro cuerpo a recuperar fuerza, vitalidad y
equilibrio.
(Esta entrada se la dedico con mucho cariño a mi amigo Adrian, espero sea de tu agrado).