Si puedes encontrar un lugar tranquilo, haz esta meditación al aire libre. Los sonidos y las esencias naturales intensificarán tu experiencia. Debes evitar cualquier distracción.
• Empieza relajándote por completo. Cierra los ojos e imagina el sitio donde estás, o bien otro sitio de la naturaleza. Tómate tu tiempo para verlo con detalle. Si estás usando el lugar donde estás, no te sorprendas si cambia un poco.
• Estás rodeada de suaves sonidos de susurros y escaramuzas. Parece que el subsuelo se mueve por aquí y por allá, como si tuviera criaturas en su interior. Cada vez que te giras para verlo mejor, parece que el movimiento se detiene. Te sientes observada por ojos curiosos.
• La vegetación que te rodea se está volviendo niebla gris levantándose del suelo, oscureciendo todo lo que vez. La niebla sigue esparciéndose hacia arriba y alrededor, hasta que te encuentras dentro de una jarra blanca. Estás rodeada de paz, y esperas pacientemente.
• Ahora la niebla clarea delante de ti, revelando una escena totalmente distinta. Ves un camino forestal, oscuro y cubierto por espesas ramas en arco, que avanza hacia las profundidades del bosque. Saber que debes tomar ese camino.
• Te levantas y empiezas a caminar por el verde túnel. Los pájaros te hacen eso sobre la cabeza. El aire es fresco e inmóvil, y huele a musgo y a tierra. La tierra bajo tus pies es blanda y lisa aunque el bosque se va espesando a ambos lados. Mientras caminas eres conciente de que el subsuelo, a ambos lados del camino, se mueve de vez en cuando. Gradualmente te das cuenta de que a tu lado hay seres caminando, se van haciendo cada más claros, hasta que puedes ver sus rostros y sus formas de hada.
• Ves una oscura figura que se te acerca por delante. El olor a tierra se intensifica, y notas que estás acercándote a la boca de una cueva. Te quedas en la entrada, y los seres que están a tu lado también se detienen. Hay una piedra plana junto al camino. Te sientas en ella y esperas.
• Te haces consciente de un sonido rítmico, tipo latido del corazón o un tambor sordo. El ruido se va haciendo más fuerte, y comprendes que es el sonido de unos pasos que se acercan. Es posible que tengas algo de miedo o respeto, pero ves que todas las hadas de la tierra que te acompañan se están reuniendo con expectación en la boca de la cueva, así que observas con paciencia y esperanza.
• El sonido se convierte en un firme estruendo y surge una figura en el arco sombreado de la cueva. Es una criatura poderosa, como salida de la sólida roca: retorcida, gris marronácea y nervuda. Sus pies son como las raíces de un árbol, sus brazos, como las ramas de una encina, y lleva al hombro una gran pala. Te asustas un poco, hasta que ves sus marrones y centelleantes ojos sobre su enredada barba.
• El ser se agacha, y así parece mucho más acogedor. Todos los gnomos y espíritus de la naturaleza se agolpan a su alrededor, y él se ríe con una carcajada profunda y estruendosa mientras aquéllos le suben por rodillas y hombros y le susurran al oído. Te mira de reojo todo el rato, y te hace señas para que te acerques un poco más. “Mira a tu alrededor”, te dice, y su voz es suave, como la lluvia que cae sobre el suelo sediento. “¡Mira a tu alrededor, escucha lo que te rodea, siente lo que te rodea!”. Sigue mirando a tu alrededor, ves el bosque verde y fértil. “Aquí sucede todo. ¿Comprendes? Todo toma una forma, tú asumes una forma, todo es”.