Comparte Conmigo el Maravilloso Mundo de las Hadas...

sábado, 11 de diciembre de 2010

La Vila y el Príncipe




Hace mucho tiempo, en la mañana del mundo, había un rey y una reina que tenían un hijo, un príncipe muy apuesto pero muy solitario. Era el ojito derecho de sus padres, y cuando alcanzó la mayoría de edad le prepararon un magnifico banquete. Acudió gente de todo el reino, grande y pequeña, para honrar al príncipe. También fueron las brujas y las hadas, y el joven recibió muchos regalos, pero su corazón seguía triste, pues todavía no había conocido el verdadero amor. Al caer la noche, el aire se llenó de sonidos de la fiesta, y el cansado príncipe se fue a caminar por los jardines de su palacio iluminados por la Luna. El césped brillaba y los troncos de los árboles parecían plateados en la oscuridad.





El príncipe vislumbró algo reluciente que se movía entre ellos. Intrigado, se acercó y vio a un hada pequeñita, exquisita, bailando entre las sombras. Al acercarse, ella se detuvo y se escondió detrás de un árbol, pero el príncipe la llamó: “¡Bella princesa, acércate, no te haré ningún daño! Déjame participar de tu alegría”. Entonces el hada apareció, y el príncipe se dio cuenta de que era más grande que la primera vez que la había visto. “Mi príncipe – dijo ella -, me invitaron a tu fiesta, pero mi hogar es el bosque y la naturaleza salvaje. Soy una Vila. Para ser honesta a mi naturaleza me he quedado aquí, entre los árboles, y bailó para honrarte”.


El príncipe se quedó fascinado y se acercó hacia la dama, pero según se aproximaba ella desapareció. La buscó sin éxito hasta que la Luna se ocultó. Esa noche durmió poco y se pasó todo el día siguiente anhelando la llegada de la oscuridad. Al llegar la medianoche, se dirigió a los jardines y, para su alegría, volvió a ver al hada bailando graciosamente. Una vez más, le pareció más grande; volvieron a hablar otra vez. Estos encuentros nocturnos siguieron sucediéndose, y el príncipe fue empalideciendo; se sentía desganado durante el día, pues vivía únicamente para su romance nocturno.


El hada iba creciendo según menguaba la Luna, hasta que en la luna nueva la Vila (que era ahora de tamaño de una dama delgada) alumbró el bosque con su brillo. Dejó de huir del príncipe. Por contra, todas las tardes paseaban entre los árboles y se pasaban horas hablando; la risa de la Vila llenaba el bosque de sonido. El príncipe se enamoró profundamente del hada, y la buscaba al inicio de la tarde, cuando en el cielo aparecía el primer rayo de luna. Ella, que ahora era más osada, salía cuando quedaba un poco de luz, y un día el príncipe se puso de rodillas y le rogó que fuera su prometida.

 


“ ¿Me amarás siempre?”, le preguntó el hada.
“Oh, sí”, contestó el príncipe.
“Entonces seré tuya, siempre y cuando cumplas tu palabra”, respondió la Vila, y tomándole de la mano caminó con él hacia el palacio, donde fue recibida por el rey y la reina. Llenos de alegría, les prepararon una boda magnífica y las campanas sonaron por todo el reino.


La pareja vivió en dichosa armonía durante siete años. Entonces el viejo rey cayó enfermo y el príncipe tuvo que asumir el mando de la soberanía. Su primera tarea fue enterrar a su padre con honores, y al funeral fueron invitadas las criaturas mágicas y las humanas. Entre los invitados había una bella y vibrante bruja de pelo largo y rizado, de piel blanca como el mármol y ojos verde esmeralda. El príncipe no podía quitarle los ojos de encima. Mientras la miraba, su esposa tropezó con el vestido. “ Lo siento – le dijo -; este vestido es demasiado largo para mi”.



El príncipe no se dio cuenta, pues estaba demasiado ocupado mirando a la sorprendente pelirroja. La Vila se tropezó de nuevo, y la cima de su cabeza, que le llagaba al príncipe justo por encima del hombro, ahora no sobrepasaba su pecho. En sus ojos azul cielo se leía una incontable tristeza. Volvió a tropezarse y él volvió a ignorarla, mirando a la bruja pelirroja. Cuando se sentó en la carroza junto a su esposa, mirando por la ventana, la Vila se encogió hasta alcanzar las pequeñas proporciones del hada que había visto por primera vez en el jardín del bosque. Finalmente, con un último parpadeo, como el de una vela apagada, su hermosa esposa desapareció, dejando tras de sí un vestido vacío. Pero el príncipe apenas se dio cuenta. Llamó a sus asistentes para que lo recogieran, y éstos, sacudieron la cabeza, obedecieron mientras su señor tomaba del brazo a la encantadora bruja.



En una semana estaban casados, y en otra más el príncipe se había dado cuenta de su error. Enseguida vio que el encanto exterior escondía un corazón duro y frío, y no tardó mucho en no poder aguantar seguir viendo a su nueva esposa. Sin embargo. ¡era demasiado tarde para entender lo que había hecho! Despidió a la bruja de su corte y al caer la noche se dirigió a los jardines de palacio a buscar a su amor perdido. La Luna brillaba con pureza y los árboles relucían plateados contra las sombras. El dolor del corazón del príncipe, mientras llamaba a la Vila esforzándose por vislumbrar su pequeña y reluciente forma, era arrebatador.



Durante el resto de sus días, el príncipe siguió bajando al jardín cada noche esperando el regreso de su amor. Pasaron los años y dejó de gritar su nombre; simplemente, se pasaba la noche esperando que ella regresara. Pero nunca lo hizo. Al romper su promesa, el príncipe había destrozado el vínculo que le unía con el mundo fantástico. Siendo ya muy anciano, sus asistentes le encontraron sin vida una mañana, apoyado en el árbol más grande del bosque. Tenía las palmas de las manos abiertas sobre el regazo y en su rostro había una sonrisa, como si en la muerte hubiese vuelto a encontrar a su amor perdido.








7 comentarios:

  1. oh que triste!!! pero le pasó por tonto!!! y la pobre Vila que de un momento a otro lo perdió... triste, pero hermoso. como siempre, me encanta leerte. nos traes magia:D
    besote y saludos
    Nenina

    ResponderEliminar
  2. que buen hilado has hecho
    Felicitaciones
    un cuento completo

    besitos de luz
    felicidades siempre

    Vila, cero amor propio, debería haber pedido el divorcio antes jajaja(broma)

    ResponderEliminar
  3. Que linda historia! Una gran ensenyanza de fondo, si tan solo el principe hubiese mirado a su amada en lugar de "entretenerse" a tiempo...
    hombres! je je
    besos, feliz fin de semana!

    ResponderEliminar
  4. preciosa historia amiga,aunque un poco triste al final porque el principe no cumplio su vieja promesa y se dejo encandilar por la mirada de otra mujer,veo con asombro que el mundo de las hadas tambien es muy parecido a nuestro mundo.

    un fuerte abrazo amiga y que disfrutes de este domingo!!!!!!!

    ResponderEliminar
  5. Que bello cuento amiga, que dulzura, y cuanto sentimientos en cada palabra.. Si bien es triste es su final, pero siempre anhelado algo.. por su parte el principe, vivió sus últimos años, triste, pero cuando llego su hora, se encontró con su amada,porque al final ella lo esperaba....
    besos querida amiga, tu mundo mágico me encanta, me hechiza.. las fotos bellas.. gracias por tus palabras querida amiga.. es un halago viniendo de un ser tan especial como tu....
    besos de brujilla-luisa

    ResponderEliminar
  6. Precioso relato Rosana. Muchas gracias por invitarme a visitar tu mágico mundo. Volveré a menudo. Besitos...

    ResponderEliminar
  7. tu magia es eter de sueños es volar en cometa de inspiraciones bello relato besitos gaviota feliz navidad de corazon

    ResponderEliminar

Entradas populares