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martes, 5 de octubre de 2010

Cuento de Hadas: La Dama del Abedul





Hace mucho tiempo, en la antigua Checoslovaquia, vivía una joven doncella llamada Berthushka. Esta doncella llevaba un rebaño de ovejas a pastar cerca de los abedules, desde que los ríos se llenaban de nieve derretida hasta que las hojas se ponían ámbar. También se llevaba su huso con hilos de lino, pero no podía resistirse a pasear por los árboles. ¡Eran tan ligeros, y el viento soplaba en sus hojas con tanta dulzura! A menudo bailaba sola, columpiándose entre los árboles y tatareando suavemente.Un día se dio cuenta de que no era la única que bailaba en el bosque de abedules. Frente a ella se encontraba una hermosa Dama vestida de encaje y satén blanco, con largos cabellos platino que le caían por la espalda. Sus ojos eran de un verde profundo y llevaba un collar de flores. Sonreía a Berthushka. “Veo que te encanta bailar”, le dijo, y su voz era tan dulce como el viento entre los árboles.“Si me encanta”- dijo Berthushka. Por alguna razón, sus payasadas no le dieron vergüenza-. Aunque en realidad no debería estar bailando; debería estar hilando.“Hay mucho tiempo para eso – dijo la Dama-.
Baila
conmigo, mi niña, y te enseñare pasos nuevos”.Berthushka no necesitaba más persuasión.



Dio vueltas y piruetas con la Dama, por los campos y alrededor de los árboles. Cuando bailaban no dejaban ningún paso marcado en la tierna hierba. Bailaron y rieron, brincando y dando vueltas. Cuando habían pasado tan sólo unos momentos, aparentemente, las sombras empezaron a alargarse y el Sol comenzó a descender. Berthushka miro al cielo con ansiedad y cuando bajó la vista, la Dama había desaparecido.

Reunió a sus ovejas y emprendió el camino de vuelta a casa. Su madre le preguntó qué tal le había ido con el huso, y Berthushka tuvo que admitir que lo había perdido. La madre le regañó, y su hija le prometió buscarlo al día siguiente. No dijo nada de la mujer de blanco ni de su danza.

A la mañana siguiente, Berthushka volvió a llevar a las ovejas al prado, cerca del bosque de abedules. Encontró el huso, pero en cuanto empezó a coger el ritmo, la Dama de blanco apareció. “Vamos, bailemos otra vez”, le dijo, alargando una mano blanca y delgada hacia Berthushka. Ésta sacudió la cabeza con tristeza. “No puedo bailar contigo”-dijo. “Le prometí a mi madre que hilaría el lino, y si no lo hago se enfadará conmigo. Somos pobres y ella necesita el dinero del hilado”. La Dama de blanco mantuvo la mano extendida. “Si bailas conmigo – le dijo -, me aseguraré de que quede hecho”.

Esto era lo que Berthushka necesitaba oír.




Dejo caer su huso, cogió la mano de la Dama y se fue danzando de nuevo entre los árboles. Cuando empezó a atardecer, la Dama dejó que Berthushka volviera junto a su huso y entendiendo los brazos hasta él: milagrosamente, la bobina estaba llena de fino hilo blanco. La niña fue corriendo a recogerla y, maravillada se volvió hacia la Dama, pero ésta se había marchado.
Cansada pero feliz, llevó las ovejas a casa y la dio la bobina a su madre, que se alegro mucho.

Al día siguiente, Berthushka se levantó temprano y llena, de impaciencia, llevó las ovejas al bosque de abedules. La Dama de blanco volvió a aparecer y bailaron como nunca. Sus pasos eran como la brisa que mueve el césped suavemente, o como las olas que rompen en la orilla. Al llegar la noche, la Dama volvió a llenar la bonina con un movimiento de su tierna mano, Berthushka intentó darle las gracias, pero ella se rió y le dijo que el placer era suyo.
“Eres una bailarina hábil, mi querida joven, y ¡lo he pasado estupendamente
contigo!”.


La Dama le dio a la joven un bolsito bordado con símbolos de las runas, que Berthushka no entendió. “Cuídalo”, le dijo la Dama al marcharse. Palpó el bolsito y descubrió que estaba lleno de hojas de abedul, pero se lo llevó a su casa con cuidado.

Su madre sospechó algo al ver la segunda bobina. “estoy segura de que esto no lo has hecho tú”, le dijo a su hija. Entonces le contó toda la historia de la Dama de blanco y del baile. Su madre le dijo: “¡Vaya, debe de haber sido la Dama Salvaje del bosque de abedules. Da mucha suerte a los que la ven!”.

“Bailar con ella, fue maravilloso – dijo Berthushka -, e incluso me dio un regalo”. Saco la bolsita y la abrió para mostrarle a su madre las hojas, pero cuando la vació ambas gritaron de asombro y alegría, pues todas las hojas de abedul estaban hechas de oro macizo, brillante y reluciente.

3 comentarios:

  1. hola amiga,siempre es un momento relajante cuando entro a visirate y me pongo a leer tus cuentos sobre las hadas.

    yo antes no conocia mucho de su mundo pero ahora cada vez que te visito me voy aprendiendo algo de su maravilloso mundo.

    un fuerte abrazo amiga y que tengas un bonitos dia!!!!!!

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  2. Hola, bello blogg, preciosa entrada, gracias por compartirla, te encontré en un blogg común, si te gusta la poesía te invito al mio,será un placer,es,
    http://ligerodeequipaje1875.blogspot.com/
    muchas gracias, buena tarde, besos.

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  3. Hola cielo muy bello cuento de hadas me encanto

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