El Hada Y El Compositor

Existen muchos cuentos de mortales, que recibieron a Leanna Sidhe el aliento de los genios: Aquí tenemos uno que nos habla de un compositor. Su nombre Sebastián, era muy apuesto, con el cabello negro, los ojos oscuros y un aire distante y despreocupado. Estaba muy solicitado en la alta sociedad y tenía mujeres a su elección, pero la superficialidad de éstas le daba náuseas y se fue refugiando en la bebida y el libertinaje. Cada vez que llegaba a una fiesta era recibido como una celebridad, aunque fue volviéndose cada vez más antipático. Sin embargo, esto no daño su fama en absoluto, y pasados dos años de su último éxito operístico seguía siendo bien recibido en los mejores establecimientos.

En una magnifica función se refugió de sus admiradores en el estudio de su anfitrión, llevándose consigo una botella de whisky. Estaba hundiéndose en una confusa borrachera cuando se dio cuenta de que había una mujer en la habitación. Levantó la vista y vio a la criatura más bella. Su cabello castaño caía por su espalda a modo de cortinas sin seguir moda alguna, pero de forma encantadora, y tenía un aire de sutil sabiduría, así que su edad era difícil de determinar. Los mordaces comentarios de Sebastián murieron en sus labios cuando la mujer sonrió. “Soy Lady Leanna – dijo - .

“Espero no molestarle”. Empezó a hablar de su creación de un modo inteligente e ingenioso, y Sebastián se quedó fascinado. Mientras el extravagante baile seguía avanzando ellos siguieron hablando y hablando. Lady Leanna era la esposa de un lord mayor, pero muy rico, y no tardó en proponerle a Sebastián financiar su carrera.
Al día siguiente mientras Sebastián se ocupaba de su resaca y se preguntaba que había imaginado los acontecimientos de la tarde anterior, oyó un suave golpe a la puerta.
Cuando la abrió, allí estaba su encantadora acompañante de la noche anterior. Su dolor de cabeza desapareció y el compositor se paso el resto del día tocando el piano desde el corazón, mientras Lady Leanna cantaba en un tono agudo y encantador.

Ésta fue la primera visita de muchas, y Sebastián no tardó en pasarse casi todo el día tocando enfervorecidamente y componiendo mientras Lady Leanna cantaba a su lado, le hacia sugerencias y le animaba a esforzarse cada vez más. Sebastián escribió a su lado algunas de las melodías más etéreas y maravillosas jamás escritas. El compositor se liberó del hábito de beber y apenas se detenía para comer. Cuando Leanna estaba con él, le daba a su música los toques más inspirados, y cando ella no estaba escribía folios para poder enseñarle muchas cosas.

Sus vecinos oían el piano a altas horas de la madrugada, y a menudo le oían hablando o riendo solo. Jamás vieron a nadie visitándole, y empezaron a correr rumores de que estaba loco, como tantas otras almas creativas.

Pasados tres meses del primer encuentro. Sebastián terminó su nueva ópera. Leanna y él la cantaron juntos y cuando Sebastián se desplomó exhausto en el sillón. Leanna le dijo: “Señor, su trabajo a conmovido mi corazón ¿Puedo darle un beso como recompensa?”.

En realidad, Sebastián llevaba soñando mucho tiempo que su hermosa compañera le ofreciese algo más que compañía, y asintió impacientemente elevando los brazos hacia ella. Fue lo último que hizo en vida, pues cuando sus labios se unieron el hada inhaló el aliento del compositor y le sacó el alma del cuerpo. Su ópera fue publicada a título póstumo y su interpretación fue muy aclamada, pero nadie llegó a descubrir jamás quién era la misteriosa Lady Leanna de la dedicatoria.
Leanna anima a los mortales a ser más de lo que son y a ver la magia en la vida cotidiana. Nos aporta creatividad inspiradora, en justa medida a su identidad de espíritu del aire. Como otras muchas hadas, obtenemos su don pagando un precio.

FIN